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jueves, 25 de enero de 2018




EL SANTO DEL DIA



La primera vez que Abundio vio un libro tenía poco más de ocho años. Aquella madrugada, Abundio despertó sobresaltado y sin saber si todavía se encontraba dentro de algún sueño, sorprendió a su madre vestida de negro observándole inmutable desde los pies de su cama. Era tan negra su figura que el niño apenas pudo vislumbrar en la oscuridad del cuarto un par de fulgores blancos como huevos de codorniz que aparecían o desaparecían, a capricho de unos párpados que llevaban muchos días sin cerrarse del todo. Abundio pensó que todo había terminado. El luto le hizo augurar que su padre, por fin, había muerto.